Capítulo 166
Capítulo 166
Capítulo166
Al día siguiente por la tarde, Alejandro finalmente desperto.
Esa noche, tuvo el mismo sueño una y otra vez.
En el campo de batalla de Israel, fue enviado a cumplir una difícil misión junto con otros
cincuenta camaradas. Se infiltraron en el campamento enemigo, eliminaron a los terroristas y rescataron con éxito a diez rehenes que estaban detenidos.
Los despiadados criminales tenían armas pesadas en sus manos, y los adolescentes de apenas quince años ya habían comenzado a matar y saquear desde los cinco.
Inicialmente, Alejandro no estaba en la lista de esa misión, pero se ofreció voluntario para unirse
al equipo de élite.
-Joven, ¿estás casado?
-No.
-No estás casado ni tienes hijos, ¿por qué te uniste a esta misión? Aqui todos tenemos una familia
y descendencia. Si algo saliera mal, habría alguien que continúe nuestra línea.
En ese momento, Alejandro sonrió despreocupadamente, desprendiéndose de la vida y la muerte.
-No tengo ataduras, por eso no tengo miedo.
En ese momento, las dos mujeres más importantes en su vida lo habían dejado, su corazón estaba
muerto, así que ¿qué importaba si él también moria?
En comparación, tenía más miedo de la soledad.
Después, cuarenta y nueve camaradas lucharon hasta la muerte y solo quedaron menos de diez
supervivientes.
Alejandro recibió disparos y cuchilladas en las piernas, hombros y cintura. Cuando pensaba que moriría allí, una chica vestida con una bata blanca apareció como un ángel enviado por el cielo y
lo salvó a costa de su propia vida.
Llevaba una máscara gruesa, lucía un corte de pelo corto y su bata blanca estaba rota y sucia,
parecía un ángel herido en el campo de batalla.
Solo sus hermosos ojos brillaban intensamente, como si pudieran rivalizar con el sol y la luna.
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+15 BONOS
Esa mujer era la persona que habla buscado desesperadamente durante muchos años para agradecerle por salvarle la vida.
Sin embargo, anoche, después de encontrarse con Irene, volvió a soñar con ella.
Aunque eran dos personas completamente diferentes y no tenían ninguna relación, vio la sombra
de su salvadora en los ojos de Irene, lo cual era completamente absurdo.
Alejandro se frotó las sienes cansadamente y se dio cuenta de que su dolor de cabeza había desaparecido por completo.
En ese momento, Alba entró con una caja de medicamentos.
Al ver que Alejandro había despertado y su aspecto había mejorado un poco, se alegró mucho. -i Señor, ha despertado! ¿Cómo se siente hoy?
-Estoy bien.
Alejandro se incorporó con esfuerzo y notó que estaba usando ropa de dormir, lo cual lo sorprendió.
-¿Qué le pasa a esta ropa?
-No sé a dónde fue anoche, pero volvió empapado. Así que lo cambié de ropa por dentro y por
fuera. 1
Alba continuó parloteando mientras ordenaba la habitación: -Ya tienes treinta años, ¿cómo es
posible que no sepas cuidarte a ti mismo? No puedes seguir sin una esposa.
Alejandro frunció el ceño y se agarró el cabello con frustración. O
Anoche, recordó que tenía un dolor de cabeza tan intenso que pensó que iba a morir. Entró en la biblioteca y buscó medicina para tomar, pero luego no recuerda qué sucedió.
-Alba, ¿fuiste tú quien me cambió la ropa?
-¿Quién más podría ser aparte de mi?
Alejandro se cubrió la frente avergonzado: -Alba, tengo treinta años, no trece. ¿Puedes dejar de
quitarme la ropa tan fácilmente?
¿Todavía te quejas de que te hice un favor? ¡Podría ser tu madre!
Alba continuó hablando: -¿Crees que quiero cambiarte la ropa? Es pesado y agotador. He visto esos dos trozos de carne en tu trasero desde que eras pequeño. ¡Estoy harta de verlos!
+15 BONOS Quien echo a tu esposa? Ahora que no tienes a nadie que te cuide ni te ame, a quien culparda?
El día en que cierre los ojos y me vaya, te quedarás completamente solo, nadie te cuidará y tal vez
In sentirás libre. This content © Nôv/elDr(a)m/a.Org.
Apurate y quitate la ropa!
¿Qué estas haciendo ahora?- Alejandro se apartó hacia atrás.
Para poner medicina en la herida de tu espalda! La medicina solo funciona si la aplicas de
manera constante. ¡Apúrate y quitate la ropa!- Alba sostenía el ungüento que la Señora le había
dado, instándolo con un tono firme.
Alejandro frunció el ceño. -¿Cómo sabes que tengo una herida en la espalda?
-Fue la Señora…