Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 62



Chapter 62

Amor no correspondido.

A la mañana siguiente, desperté con un dolor de cabeza insoportable, de esos que son imposible hacer desaparecer con una aspirina, ni con dos, ni tres, por lo tanto, también estaba de malhumor, estresada y ansiosa por regresar al fin a mi hogar, a mi trabajo, a mi zona de confort. No soportaba estar un segundo más en esta ciudad.

El vuelo salia en unas horas y aún me faltaba terminar de guardar algunas cosas en mi maleta y cada vez, se me hacia imposible

terminar de empacar sin la ayuda de nadie, iba a volverme loca con tantas cosas a la vez, teniendo a Tristán a mi lado, parloteando e

insistiendo en que queria ver de nuevo a su tio idéntico a “Ales”, para jugar en su silla de ruedas; revisando la respuesta de los abogados. de las Lancaster, afirmando que ya se había hecho el pago acordado en el juicio y a eso se le sumaba la repentina presencia de Abby en

mi habitación, quien insistia en hablar conmigo antes de partir a Paris.

Iban a volverme loca, si no es que ya lo estoy. Text property © Nôvel(D)ra/ma.Org.

-Abby, en este momento estoy muy ocupada, hablamos luego. -dije conservando la poca paciencia que me quedaba y sin ni

siquiera dedicarle una mirada.

Me dolia tratarla de esa manera, después de todo ha sido mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, pero habia algo claro y que no debia olvidar, ni tomar a la ligera.

Y es que, Paul, SU HERMANO, estaba metido en algo que me involucraba de cualquier manera. Si las sospechas que rondan en mi

cabeza son ciertas, estariamos hablando del autor intelectual del intento de homicidio en mi contra, en el que Rachel fue participe hace

más de tres años y el principal motivo de mi divorcio con Alexander.

Estariamos hablando del cómplice, patrocinador y/o jefe de Rachel.

Yestaríamos hablando de que Paul, planificó todo esto para arruinar cualquier vinculo con Alexander, porque era más que claro que

su intención fue separarme de mi esposo y lo logró, pero no vela venir que estaba esperando un hijo de él.

Tenia la ligera sospecha, de que por eso no le importó ni un poco cuando le dije que estaba embarazada, e incluso, no le molestaba

hacerse cargo de mi hijo, no le importaba echarse a la espalda una responsabilidad tan grande.

Todo estaba tan bien calculado, que de solo atar cabos me causaba escalofrios.

Ahora una preguntaba rondaba por mi cabeza.

¿Por qué Paul estaba haciendo esto?

Me resultaba dificil de creer que él fuera capaz de algo como eso, pero a estas alturas ya no confio ni en mi sombra.

Podia esperar esto de cualquier persona, ¿pero Paul Dubois? Un hombre de buena familia, de buena reputación, (salvo sus antiguos

escándalos de mujeriego) mi amigo desde que éramos unos niños, accionista y pieza importante en Doinel.

¿Qué ganaba con todo esto?

¿Qué era lo que pretendia?

No saldré de esta habitación hasta que hablemos o al menos me escuches. Sari, por favor. No te quitaré demasiado tiempo.

dejé la prenda que estaba doblando, dentro de la maleta y la miré en silencio, contando hasta tres en mi mente para no enloquecer y

haciendo un gran intento para que el dolor de cabeza no aumentara.

Abby notó mi malhumor y se sentó en mi cama lentamente, después de tomar a Tristán como si fuese el escudo que la salvaria de mi

y mi mal genio.

Respiré hondo e hice mi mayor esfuerzo por mantenerme serena, sin llegar a los extremos de mi estrés.

Te escucho, pero por favor, que sea breve. No veo la hora de irme de este lugar. -dije esto último solo para mi, aunque Abby logró

escucharlo.

Volví la vista a las prendas que aún faltaban por guardar, mientras escuchaba lo que sea que Abby iba a decirme, eso que no podía

esperar.

– Sari, sé que estás enojada conmigo por aquella mentira, pero no lo hice con mala intención. Mi hermano solo me pidió que te dijera que estaba en otro lugar en caso de que preguntaras por él, pero no pensé que fuera tan grave y que me ignoraras como lo has hecho desde esa noche, de haberlo sabido, te juro que no hubiese mentido por mi hermano. -movi las cejas al escuchar sus palabras, aunque sonaba sincera no creia del todo en lo que dijo. Me quedé en silencio, sin saber que responderle y continuó. -Sarah, estoy hablando en serio, solo… -soltó un suspiro antes de terminar de decir.-Solo dime qué está ocurriendo, por qué te molesta tanto que él haya confiado en mi su pequeña mentira. No merezco tu indiferencia, deberias estar molesta con él, no conmigo, somos mejores amigas.

Después de terminar de decir aquello, dejé la última prenda en la maleta y por fin le dediqué una mirada.

Si no la conociera tan bien, pensaría que estaba mintiendo y que estaba coludida con su hermano, pero podia notar que ella no tenia ni la menor idea de lo que estaba pasando, ni en lo que estaba metido Paul, en serio le afecta mi indiferencia, sobre todo, porque jamás, a pesar de los años, habia pasado de ella como ahora.

Abby no estaba al tanto de las cosas de Paul. Y si lo estaba, podia buscar la manera de que me dijera algo, lo que sea.

-Abby, no es nada, es solo que los últimos dias he estado muy tensa, tengo muchas cosas en la cabeza, la semana de la moda, la demanda de las Lancaster y Rachel, la colaboración a tres vias, Tristán, Alexander. Lo siento, no tiene nada que ver contigo. -dije rogando a mis adentros que no estuviera tomando una mala decisión.

Después de todo, ella era la única que se merecia el titulo de mejor amiga y aunque no podia darme el lujo de creer ni en mi sombra, algo dentro de mi me decía que en ella si podia confiar.

Entonces, ¿me perdonas por mentirte?-preguntó levantándose de la cama con Tristán en sus brazos, la miré dubitativa por unos segundos y terminé asintiendo con mi cabeza.

-Está bien, igual no tengo nada qué perdonarte, después de todo, si Paul quiso mentirme debió tener sus razones. -las comisuras de los labios de Abby se curvaron, formando una sonrisa de emoción.

Con Tristán aún en sus brazos, se acercó a mi para envolverme en un abrazo que no me habia dado cuenta que necesitaba. Los últimos días han sido complicados y estresantes.

– Amiga, por más que quiera verte junto a mi hermano, no dejaré que nuestra amistad se arruine por él, eres como la hermana que nunca tuve. -se alejó de mi cuando Tristán se quejó por lo incómodo que estaba entre ambas y soltó una risa antes de dejarle un beso en la mejilla.

Sonrei al terminar de escuchar sus palabras, pues también era como una hermana para mi, ella seria la única persona que no se atrevería a traicionarme, la conozco.

Abby me ayudó a terminar de empacar en silencio y aurique de su boca no salia una sola palabra, sabia que habia algo que queria soltar desde hace rato, lo sé por las miradas que me lanzaba.

Ya suéltalo. -dije cuando me senté en la cama más aliviada porque estaba todo listo, solo esperaba la hora para que el chofer nos llevara al aeropuerto privado y por fin partir de esta ciudad.

Dios, no puedo soportarlo más. -le dio una rápida mirada a Tristán que miraba algún video en la tableta que le regalo su padre y clavó su seria mirada en mi. -Ok, me he enterado que Alexander se va a Paris, no solo por el proyecto, sino a vivir. Sarah, ese hombre es una piedra en el zapato, no lo puedo creer, es un desvergonzado, ¿por qué tomó esa drástica decisión de repente? Y como si no le pareciera suficiente, fue capaz de decirte que no es feliz desde que se divorciaron. ¡Por favor! Si que fue feliz cuando se estaba revolcando con esa perra a tus espaldas. ¿Te toma por tonta? Ahora que sabe que eres la hija del gran Doinel, vuelve con el rabo entre las patas y se escuda en un papel del mejor padre del mundo. No sabes cómo quisiera tomarlo de su costoso traje y darle una patada

en…

-¡Abby! ¡Tristán está presente!-la interrumpi antes de que dijera alguna mala palabra frente a mi hijo, aunque estaba concentrado en el video, podia escucharla.

Fue inevitable que las viejas heridas dolieran como si le hubiese echado sal, al mencionar la infidelidad de Alexander. Me repeti unay

mil veces que aquello era cosa del pasado y no tendria porqué importarme en lo más minimo, de lo contrario, estaria admitiendo que

ese ciclo no estaba del todo superado.

Aclaré mi garganta y me obligué a enterrar de nuevo los recuerdos en lo más profundo, donde han estado por años y dónde deberia

estar por siempre.

¿Qué significa Alexander para mi? No merecia ni el más minimo pensamiento de mi parte.

Además, no creia ni una sola de sus palabras de la noche anterior.

Ya no forma parte de mi vida, si tendria que soportarlo era por nuestro hijo.

-Lo siento, lo siento, es que es un…-le lancé una mirada de advertencia y se tragó lo que tenia para decir. Ay, lo olvidé, Tristán

puede escuchar mis palabrotas.

Solté un suspiro cansado, mis tras frotaba mis sienes con cuidado, el dolor de cabeza seguia presente y no lo soportaba, mucho

menos después de tocar el tema de mi exmarido.

¡Qué tortura!

-No sé qué pretende, pero sea lo que sea que tenga en mente, lo haré bajar de esa nube y que se estrelle con fuerza a la realidad. Ya

estamos divorciados. Que ni crea que con unas palabras frente a mi padre y mi primo va a conmoverme. Podré perdonarlo, pero jamás

olvidar. -respondi con un mal sabor de boca, mientras recordaba el beso que Alexander me dio aquella noche. No iba a seguir hablando

de él. -¿Bajamos? -cambié de tema al levantarme de mi asiento y Abby se quedó en silencio por un momento antes de hablar con una

sonrisa alegre en su rostro.

-Esa es mi amiga, ese hombre está soñando despierto si cree que tiene oportunidad contigo solo porque está Tristán en el medio.

-me rei en silencio por su inesperada reacción y esfumé cualquier expresión de mi rostro cuando una idea, más bien una prueba para mi

amiga pasó por mi mente.

-Abby, ¿conoces al abogado Richman? -pregunté como si fuera un tema casual y ella se mostró confundida antes de asentir con el

ceño fruncido, como si no tuviera la menor idea de a qué se debia la mención de aquel hombre. -Es el abogado de la familia junto a su esposa la Sra. Richman, tienen seis años encargándose de los temas

legales de la familia Dubois, ¿por que lo preguntas? ¿Ha pasado algo? No me digas que Paul queria que ellos se encargaran de tu caso. Mi hermano siempre tan atento contigo. El amor, el amor esto

último lo dijo con una sonrisa de adolescente ilusionada y le lancé una mirada de indiferencia.

Con aquella respuesta, tuve la certeza de que Abby no estaba involucrada en lo más minimo en los planes de Paul, no tenia ni la más remota idea del gran gesto de “gentileza” de Paul hacia Rachel y de nuevo me senti mal, por sacar mis propias conclusiones antes de

hablar con ella.

Si había alguien que era transparente, sincera y leal, esa era Abby, tal vez, al saber esto, Paul no la involucró en sus sucios actos, pues ella no estaria de acuerdo ni un poco con formar parte de un plan que dañaria a terceras personas.

Si ella supiera lo que su hermano estaba tramando, seguramente se derrumbaria, pues para ella, Paul es el hombre más correcto, serio y limpio, casi como una figura ejemplar, para ella, él era el hombre con el que deberia estar, pero ignoraba lo que habia detrás de esa apariencia y yo tampoco seria quien se lo haga saber.

Si, me ofreció sus servicios, pero ya sabes, ya tenia mi equipo de abogados listos para ganar el caso. - le segui la corriente para que no sospechara ni un poco y volvió a esbozar una sonrisa auténtica, dejando saber lo mucho que le gustaria que yo aceptara a su hermano, pero mi respuesta seguia siendo un no y ahora más que nunca.

Abby no dijo nada más, pues sabia que me iba a enojar si seguia insistiendo con el tema.

Se puso de pic cuando escuchó la voz de Vincent al otro lado de la puerta, avisándonos que ya deblamos partir al aeropuerto.

La postura de Abby se volvió rigida y sus ojos brillantes miraron a la puerta como si pudiera ver tras ella.

¿Por qué existe el amor no correspondido? -dijo con un poco de desánimo, antes de tomar dos maletas y salir por la puerta soltando un sonoro suspiro cansado.

Retuve la carcajada que estaba por escapar de mis labios, por la escena tan dramática que acabo de presenciar. Sin más, tomé con una mano a Tristán y con la otra arrastraba la maleta restante siguiendo el camino por el que se marchó una desilusionada mujer.

Adiós mansión.


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